Casi una década después del intento de golpe de Estado de julio de 2016, la represión interna del Gobierno turco se ha convertido en una campaña transnacional de gran alcance, no solo contra quienes considera enemigos del Estado, sino también contra la propia integridad de la policía internacional. A pesar de las crecientes críticas internacionales, Turquía sigue inundando Interpol con solicitudes de asilo por motivos políticos. realizar devoluciones a través de canales no oficialesviolando principios básicos de garantías procesales y cooperación internacional.
En Monitor de notificación rojaHemos documentado ampliamente el uso indebido de los sistemas de Interpol por parte de Estados autoritarios, como Turquía, Rusia, China y otros. Nuestro blog contiene numerosos ejemplos de cómo se utilizan las difusiones rojas para perseguir a disidentes, periodistas y defensores de los derechos humanos a través de las fronteras. Las autoridades turcas también han utilizado Avisos azules y el sistema de documentos de viaje perdidos robados (SLTD) para perseguir a opositores políticos. Turquía se ha convertido en uno de los infractores más persistentes y prolíficos en su intento de hacer pasar la persecución política por una aplicación legítima de la ley.
Las cifras lo dicen todo
En una declaración pronunciada el 15 de julio de 2025, con motivo del noveno aniversario de la intentona golpista, el ministro turco de Justicia, Yılmaz Tunç, reveló el alcance de la campaña global de Ankara. Según Tunç fuentes oficiales del gobierno, Türkiye tiene:
- Enviado 3.579 solicitudes de notificación roja a Interpol contra presuntos miembros del Movimiento Gülen,
- Archivado en 2.364 solicitudes de extradición a 118 países,
- Asegurada la devolución de 131 personas, 128 mediante deportaciones informales y sólo 3 a través de canales oficiales de extradición.
Esta sincera admisión del gobierno turco es condenatoria. Estas cifras ilustran cómo Turquía ha desarrollado una estrategia de represión transnacional de dos vías: una formal (a través de Interpol y los tribunales) y otra informal (a través de deportaciones bajo presión política y detenciones opacas), ambas diseñadas para eludir las garantías judiciales. El hecho de que sólo tres extradiciones se produjeran por vías legales, mientras que 128 se lograron por vías no oficiales, pone de relieve la alarmante tendencia a la represión transnacional mediante devoluciones forzosas.
Blanqueo legal de la represión política
La frustración del gobierno turco con los controles y equilibrios de Interpol no es ningún secreto. Ali Yildiz, abogado y director de la Iniciativa de Abogados Detenidos, resumió las cifras en X, citando al Ministro de Justicia:
"Hemos solicitado a Interpol 3.579 difusiones rojas para miembros del Movimiento Gülen. Y añadió: "Por desgracia, lamentamos ver que Interpol no ha tenido en cuenta nuestras solicitudes de difusión roja, como si se tratara de delincuentes políticos"".
El gobierno de Erdogan calificó al movimiento Gülen de "organización terrorista" desde el intento de golpe de Estado de 2016. Lo que Türkiye caracteriza como lucha antiterrorista es, en realidad, una campaña para silenciar a los críticos y opositores percibidos, en particular los afiliados, reales o supuestos, con el Movimiento Gülen. En 2021, Interpol empezó a rechazar las solicitudes de notificación roja de Turquía. La mayoría fueron bloqueadas por la Comisión de Control de Ficheros (CCF) de Interpol, en virtud del artículo 3 del Estatuto de Interpol, que prohíbe estrictamente la intervención en asuntos de carácter político, militar, religioso o racial, una salvaguardia fundamental diseñada para evitar precisamente el tipo de abuso político que ejemplifica Türkiye.
Pero las autoridades turcas no se han detenido. Al contrario, se han adaptado.
A investigación reciente de Nordic Monitor reveló una estrategia secreta desarrollada por funcionarios turcos para eludir el escrutinio de Interpol disfrazando cargos políticos de delitos comunes. Un documento filtrado muestra planes para reformular las solicitudes por motivos políticos utilizando cargos no políticos como delitos financieros, por ejemplo, evasión fiscal y fraude, o "pertenencia a una organización delictiva", con el fin de eludir el examen de la CCF.
Una prueba para Interpol
La credibilidad de Interpol depende de su neutralidad. Cuando se convierte en un vehículo para que Estados autoritarios persigan a disidentes y periodistas exiliados, se erosionan sus principios fundacionales. Mientras se puedan solicitar difusiones rojas en masa y se sigan recompensando las expulsiones informales, el sistema seguirá siendo vulnerable.
Interpol se ha esforzado en los últimos años por evitar este tipo de abusos. Ha reforzado la autoridad de revisión de su Comisión de Control de Ficheros (CCF), encargada de examinar las solicitudes de difusión roja. Pero como demuestran los continuos esfuerzos de Turquía, los regímenes decididos seguirán poniendo a prueba estas salvaguardias y buscando puntos débiles.
El uso indebido de las difusiones rojas no sólo amenaza la credibilidad de Interpol, sino que puede tener consecuencias que alteren la vida de las personas buscadas. Una difusión roja, aunque se elimine posteriormente, puede dar lugar a prohibiciones de viajar, congelación de cuentas bancarias, pérdidas de empleo y detenciones prolongadas. El proceso se convierte en castigo.
En Monitor de notificación rojaSin embargo, creemos que debe hacerse más, no sólo por parte de Interpol, sino también de los gobiernos nacionales, los tribunales y las organizaciones internacionales:
- Interpol debe seguir rechazando las solicitudes de notificación roja por motivos políticos y aumentar la transparencia en torno a los Estados que abusan del sistema.
- Tribunales y gobiernos deben tratar las solicitudes de extradición de Estados autoritarios con un escrutinio extremo, y resistirse a los canales informales que socavan el debido proceso.
- Organismos internacionales de control debe investigar el uso de entregas y otros métodos extrajudiciales de devolución forzosa.
- Sociedad civil y medios de comunicación debe seguir denunciando estos abusos, caso por caso, hasta que se imponga un cambio sistémico.
No se trata sólo de Turquía. Se trata de si las instituciones mundiales se mantendrán firmes o se doblegarán ante la presión autoritaria.
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Foto: Salah Darwish en Unsplash